ES2209025254 – La retención de líquidos, también conocida como edema, es la acumulación anormal de líquidos en el cuerpo. El líquido se acumula bajo la piel, dentro de los tejidos ubicados fuera del sistema circulatorio. Como consecuencia, las personas que lo padecen experimentan una sensación de pesadez o hinchazón, acompañado de aumento de peso, menor flexibilidad en las articulaciones y una piel más tersa y brillante (1). Os explicamos por qué durante la temporada de verano esta sensación es más común y cómo hacerle frente:
Durante el verano, la retención de líquidos aumenta debido a varios factores. El calor afecta a nuestro cuerpo de muchas maneras. Los cambios repentinos en la rutina, la dieta y la actividad diaria pueden favorecer a experimentar una sensación de pesadez, especialmente en la zona de las piernas, los tobillos o el abdomen.
Otros factores de riesgo que debemos conocer son los siguientes:
La mala circulación es una de las principales causas de la retención de líquidos. La acumulación de sangre en las venas provoca un aumento de la presión, que hace que parte del líquido salga a través de la pared venosa (extravasación) y se acumule en los tejidos de alrededor causando el edema. (2).
Son varias las causas que provocan una mala circulación: desde enfermedades cardiovasculares, hasta enfermedades hepáticas, pasando por un aumento considerable del colesterol. Además, durante el verano, el calor y las altas temperaturas incrementan la sintomatología de una mala circulación. Con el calor, los vasos sanguíneos se dilatan y por el efecto de la gravedad, la sangre se acumula en las piernas y se agudizan los problemas de circulación (3).
Relacionado con el punto anterior, el sedentarismo veraniego trae consigo ciertas consecuencias, que generalmente notamos en “la tripita veraniega”. Cuando hacemos ejercicio se activa la circulación y se produce un aumento de la sangre que llega a los músculos. Además, durante el ejercicio se queman todos los excesos ingeridos, consiguiendo controlar y reducir el sobrepeso, otro de los factores que afectan a la circulación (4)
La dieta es el pilar fundamental que sustenta nuestra salud. Todo lo que ingerimos afecta al correcto funcionamiento de nuestro organismo. Durante las vacaciones, el cuidado personal queda a un lado y las comidas se descontrolan. Generalmente se ingiere un mayor número de hidratos de carbono, los cuales una vez ingeridos se acumulan en los músculos en forma de glucógeno y cada gramo de este acumula 3 gramos de agua. De ahí la importancia de intentar controlar los niveles de carbohidratos de nuestras comidas (5).
Otros alimentos con los que debemos de tener cuidado son aquellos con alto contenido en sal. Su alto contenido en sodio aumenta la absorción de agua del organismo para acumularlo en los tejidos. Un consumo excesivo de sal aumenta el riesgo a desarrollar hipertensión arterial. Factor que predispone a dañar los riñones. A largo plazo, esta acumulación puede derivar en enfermedades de riñón y cardiovasculares (6).
Para ello, se recomienda evitar su uso excesivo en las comidas y reducir la ingesta de alimentos procesados y en conserva, dado su alto contenido de sal para ayudar en la conservación de estos. Como alternativa, es aconsejable aumentar los alimentos ricos en potasio, puesto que se trata de un mineral que ayuda a eliminar los líquidos a través de la orina (7).
Es un hecho que en vacaciones la vida social aumenta considerablemente y eso lleva a un aumento de la ingesta del alcohol en el día a día. El alcohol aumenta la retención de líquidos dado su alto nivel en azúcares y la difícil absorción de estos (8). Sin olvidar la deshidratación que surge como consecuencia de un abuso del alcohol y que, no solamente es el causante de las resacas, sino que provoca el desequilibrio de hidratación en el organismo, causante de la retención de líquidos (9).
Todas las partes del cuerpo necesitan agua para funcionar. De este modo, en el momento en el que la hidratación es insuficiente ante las necesidades del cuerpo, este tiende a acumular al agua en los tejidos (10). Por el contrario, a través de una ingesta media de 2 litros de agua diario se regula la hidratación del organismo, consiguiendo que se expulsen debidamente todo lo acumulado.
Referencias